Hoy en día no es extraño escuchar frases como: “Mi hija pequeña maneja el móvil mejor que yo” o “Parece que haya nacido con una tableta bajo el brazo”. Y es que actualmente los niños y adolescentes se desarrollan en el mundo de las tecnologías digitales. Forman la llamada generación digital, caracterizada por tener a un solo clic una inmensa oferta de experiencias, conocimientos y nuevas formas de relacionarse completamente distintas a las de generaciones anteriores. Esta situación ha provocado un cambio de paradigma en la manera cómo nos presentamos, interactuamos y nos comportamos, que no está exenta de controversia en cuanto a lo que se considera un uso normal o excesivo.
Es importante tener en cuenta que las nuevas tecnologías son una ventaja y ofrecen múltiples beneficios, a la vista de todos. Precisamente porque nos encontramos en la era digital, es un hecho que no podemos eludir, con sus pros y sus contras. Las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y cada vez los niños son más precoces a la hora de utilizar dispositivos móviles, ya sean smartphones, tabletas, ordenadores, etc. Muchos padres y educadores asumen que los menores son nativos digitales, pero esto no significa que hagan un uso responsable o saludable de estas tecnologías. Por ello, los adultos no debemos dar la espalda a las nuevas tecnologías si no adquirir una actitud proactiva a la hora de conocer qué tecnologías existen, qué oportunidades ofrecen, qué beneficios pueden aportar a los niños, etc., sin dejar de conocer los posibles riesgos y peligros que pueden conllevar.

¿Qué se considera un uso adecuado, excesivo, o una adicción a las nuevas tecnologías?
No es tan fácil detectar cuando pasamos de un “uso”, a un “abuso”, hasta llegar a tener una “adicción”, pues como todo proceso, es siempre continuado y los límites no siempre son claros. Lo que se ha visto hasta el momento es que un uso excesivo, sin límites e incontrolado, puede producir un síndrome clínico con características similares a las conocidas “adicciones químicas” que interfiere en el desarrollo de las obligaciones de la vida diaria pudiendo complicarse con problemas físicos, psicológicos y sociales en quienes lo padecen. Algunas personas han hecho de su uso una necesidad constante, el eje de su vida, al punto de interferir en el cumplimiento de las obligaciones de la vida diaria y convertirse en una auténtica “adicción”.

- ¿Cómo podemos actuar como padres?
Las tecnologías tienen ventajas y son útiles en el aprendizaje, pero en niños y adolescentes, su uso debe estar limitado, regulado y supervisado por el adulto:
Cread vuestro plan familiar en el entorno digital: el consumo digital debe hacerse de acuerdo con los VALORES y el ESTILO DE CRIANZA de su familia.. Reflexionar sobre cuándo y en qué momento del día o de la semana se pueden utilizar las nuevas tecnologías, cuánto tiempo pueden emplear en ello, qué tipo devideojuego o de aplicaciones móvil les ofrecéis es importantísimo para conseguir una buena estructura.
Administrad el mundo digital como lo haríais con cualquier otro entorno en la vida de vuestro hijo: las mismas pautas de la crianza que se aplican en el mundo real, se aplicarán en el virtual. Fijad límites; los niños los esperan y los necesitan.
Fijad límites y animadlos a tener tiempo de recreo: El uso de la tecnología, como el resto de las actividades, debe tener límites razonables.
Ver pantallas no debe ser siempre una actividad solitaria: ver una pantalla juntos, jugar juntos y compartir con los hijos las actividades que realizan con sus pantallas, fomenta la interacción social, el aprendizaje y refuerza vínculos. Jugad a videojuegos con vuestros hijos o mirad vídeos con ellos.
Cread zonas libres de tecnología.
Sed un buen ejemplo: enseñad y seguid un ejemplo de amabilidad y de buenas maneras en línea. Los niños son grandes imitadores, así que limitad también vuestro propio uso en el entorno digital.
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