¿Qué es la personalidad?
Cuando hablamos de personalidad en salud mental, nos referimos al patrón estable de pensamientos, sentimientos, relaciones sociales y comportamientos característicos de una
persona. Éste influye en las expectativas, autopercepciones, valores y actitudes del individuo. Tiene cierta consistencia y estabilidad a lo largo del tiempo, así que posee cierto
grado de predictibilidad ante las reacciones a otras personas, problemas y estresores.
¿Cómo se desarrolla?
La personalidad de cada uno se va organizando, modulando y estructurando desde su
nacimiento, como resultado de la interacción constante entre la persona y su ambiente. La
calidad y estabilidad de las relaciones que tenga, el proceso de identificación adolescente y
el proceso de separación-individualización; junto con sus metas, donde las busque y que
haga para obtenerlas; serán aspectos clave en el desarrollo de la personalidad de nuestros
adolescentes.
¿Qué importancia tiene en la salud mental?

¡Mucha! Nos va a señalar la capacidad de adaptarse a lo que venga.
Cuando los patrones de la personalidad, formados por pensamientos, emociones y conductas, son capaces de afrontar el ambiente de un modo flexible; amoldándose al
entorno con un repertorio de estrategias flexibles y diversas, para así poder ajustar su
comportamiento a las distintas situaciones que se le presentan; y cuando sus percepciones y sus conductas fomentan el aumento de la satisfacción personal y el bienestar; es posible hablar de una personalidad sana, adaptativa o no patológica.
Por el contrario, cuando las características de una personalidad imposibilitan la adaptación, cuando las estrategias usadas para afrontarse o responder a las situaciones de la vida son demasiado extremas, intensas, rígidas e inflexibles; consecuentemente se provoca una cronicidad de causas-consecuencias y permanencia en estas dinámicas no resolutivas; se puede hablar de una personalidad desadaptativa, patológica o de un trastorno de la personalidad.
En la siguiente imagen podemos ver que estos dos puntos son los extremos de un continuo y no se deben entender como categorías nominales. No existe una línea divisoria tajante entre las dos.

La adaptación o no adaptación en la personalidad son conceptos relativos dado que
comparten los mismos principios y mecanismos de desarrollo y están constituidas por los mismos rasgos básicos.
¿Y, esto que significa? Pues que podemos trabajar la modulación, la gestión y las estrategias adaptativas en terapia. Especialmente en la infancia y adolescencia, cuando todavía está en desarrollo.
¿Qué estilos de la personalidad se pueden desarrollar?
Actualmente se clasifican diez estilos de la personalidad, englobados en tres grandes grupos que comparten ciertas características similares.
El primer grupo, llamado Clúster A, se caracteriza por un notable aislamiento y distorsión en la forma de entender la realidad, dificultad en las habilidades sociales y actitudes de desconfianza. Suelen ser percibidos como extraños, fríos e inexpresivos. Dentro de estas características podemos encontrar los siguientes estilos:
• Paranoide: Muestran desconfianza. Se defienden anticipadamente contra los engaños y las críticas. Presentan irritabilidad y se resisten al control.
• Esquizoide: Desapegados en las relaciones sociales y con poca variedad de expresión emocional. No desean ni disfrutan las relaciones íntimas.
• Esquizotípico: Se comportan de forma excéntrica y son percibidos como extraños. Se aíslan, no sostienen obligaciones. Parecen estar absortos en sí mismos.
El segundo grupo, llamado Clúster B, se caracteriza por su impulsividad, emotividad excesiva y grandiosidad. Presentan altos y bajos afectivos. Los demás los perciben como dramáticos, emotivos e inestables. Existen los siguientes estilos:
• Antisocial: Suelen incumplir las normas sociales respecto a los comportamientos legales. Suelen engañar y mentir repetidas veces. Muestran ausencia de remordimientos.
• Límite: Muestran una intensa inestabilidad afectiva y sensación crónica de vacío. Sus
relaciones alternan entre los extremos de idealización y de devaluación. Suelen realizar esfuerzos desesperados para evitar el abandono.
• Histriónico: Buscan atención y afecto indiscriminadamente. Evitan el desinterés o la
desaprobación y necesitan repetidas señales de aceptación y aprobación.
• Narcisista: Poseen sentimientos de grandeza y prepotencia, arrogancia. Exageran sus logros y talentos y quieren ser reconocidos y admirados como superiores o especiales.

El tercer y último grupo, nombrado Clúster C, describe estilos caracterizados por el miedo e inseguridad, elevados grados de ansiedad, con reacciones emocionales que interfieren en el aprendizaje, conducta, la vida autónoma y el equilibrio emocional. Como son:
• Evitativo: Muestran inhibición social e hipersensibilidad a la evaluación negativa o rechazo. Se perciben como socialmente ineptos, con poco atractivo o inferiores.
• Dependiente: Necesidad excesiva de ser cuidados y para ello, asumen comportamientos sumisos. Temen la separación. Necesitan a los demás para asumir responsabilidades.
• Obsesivo-Compulsivo: Muestran una conducta prudente, controlada y perfeccionista. Establecen elevadas exigencias sobre sí mismos y los demás. Con rigidez y obstinación.
Si consideras que tu hijo/a sufre algún trastorno de personalidad y quieres encontrar una solución, ponte en contacto con nosotros para que podamos ayudarte.