Influencia de la inteligencia emocional en el rendimiento académico

En la etapa educativa se originan diversos escenarios tanto personales como contextuales, que inciden de manera significativa y directa en el proceso formativo. En especial en la adolescencia, es el período de transición entre laniñez y la adultez, coincidiendo de esta manera con la educación secundaria. Cabe destacar que es un paso decisivo en la vida de una persona, coexisten los mayores cambios, tanto físicos (cuerpo) y psicológicos (forma en la que los jóvenes se relacionan y entienden el mundo) que fraguarán la personalidad adulta del estudiante.

El gran número de cambios que aparecen en este periodo pueden provocar expectativas y ansiedad tanto a los adolescentes como a sus familias. Por ello, el alumnado que no dispone de estrategias, herramientas y competencias precisas para resolver con éxito los requerimientos y empeños de la vida académica, percibirán todo lo relacionado con el sistema educativo con una visión negativa y pesimista, además, desgaste de interés, extenuación física y psicológica, que puede favorecer al abandono prematuro de sus estudios.

Por esto, es de gran relevancia acompañar al alumnado en su etapa educativa con la competencia emocional, que les ayude a afrontar con desenvoltura aquellas complicaciones que vayan surgiendo, desarrollando así la Inteligencia Emocional, que los acompañará el resto de sus vidas en todos los ámbitos: social, familiar, profesional…

Esto conlleva un gran esfuerzo por parte de los profesionales. En muchas ocasiones el alumnado no repara en la importancia de las emociones y sentimientos, lo ven carente de relevancia y lo relegan, es ahí donde entramos los adultos para darle transcendencia a este mundo introspectivo que, a veces, es doloroso de realizar.

Es imprescindible contar con motivación e interés para conseguir que el alumnado consiga sus metas educativas, esto va enlazado con la idea de que las emociones interfieren incisivamente en el rendimiento académico, puesto que dependiendo del estado anímico del alumnado el proceso de enseñanza-aprendizaje será alcanzado en menor o mayor medida.

Conseguir que los adolescentes reconozcan, identifiquen y pongan nombre a sus emociones, además de poder llegar a expresar como se sienten, facilitará que surjan nuevas emociones que les ayuden a l evar una convivencia mucho más agradable en todas las áreas en las que se desenvuelven, como, por ejemplo: la empatía.

Con la empatía podemos llegar a crear un espacio de diálogo con el grupo, fomentar la apertura y la enseñanza de recursos para controlar la ira y la rabia que quizás son las que en un momento dado distraigan al adolescente a concentrarse y prestar atención en el aula, expresar su frustración al no comprender lo que se está trabajando o pedir un descanso para poder retomar una tarea una vez estamos más tranquilos.

Estamos formando a personas que además de los problemas naturales que ofrece la adolescencia, tienen una carga mayor para su corta edad, todavía cobra más sentido trabajar de forma colaborativa entre todos los agentes que intervienen con el alumnado para conseguir que desarrollen una base lo bastante sólida como para poder llegar a mantener un buen rendimiento académico.

Si consideras que tu hijo/a necesita ayuda y quieres encontrar una solución, ponte en contacto con nosotros para que podamos ayudarte.